Un accidente cerebrovascular (ACV) es una emergencia médica que ocurre cuando se interrumpe el suministro de sangre hacia el cerebro debido a un bloqueo del flujo (ACV isquémico), o cuando existe una hemorragia en el interior de este a causa de la rotura de un vaso sanguíneo (ACV hemorrágico).
La persona que sufre un ACV puede quedar con secuelas que afectan su calidad de vida, como pérdida de movilidad, dificultad para tragar (disfagia) o debilidad muscular, entre otras.
Se trata de una urgencia tiempo-dependiente, lo que implica que mientras más tarde se reciba atención médica, menores serán las posibilidades de sobrevivir y no sufrir secuelas. Por esto, es importante saber cómo detectarlo y reaccionar de forma oportuna a sus síntomas.
“Brazo, cara y hablar raro, son síntomas claros de un ataque cerebral”, reza una pegajosa melodía elaborada por el Ministerio de Salud para dar a conocer tres de las principales señales a las que hay que estar atentos para reaccionar con la urgencia que esta afección requiere.
Pérdida de la fuerza en un brazo o en una mitad del cuerpo, parálisis de la mitad de la cara y dificultad para hablar o hacerse entender. Cualquiera de estos tres síntomas, si se produce de manera repentina, nos debe hacer pensar en un ACV.
Otros síntomas de un accidente cerebrovascular son:
Un accidente cerebrovascular puede causar discapacidades temporales o permanentes, dependiendo de cuánto tiempo el cerebro carece de flujo sanguíneo y qué parte fue afectada.
Entre las secuelas más frecuentes se incluyen:
¿Qué debemos hacer si estamos con alguien que puede estar sufriendo un ACV? La recomendación es trasladarlo inmediatamente a un servicio de urgencia.
El Minsal remarca que se debe llamar inmediatamente al número de emergencias del SAMU (131) o acudir al servicio hospitalario más cercano, para recibir a tiempo el tratamiento que corresponda.
Además, recomienda mantener la calma, pedir ayuda de un familiar y poner al paciente en posición de seguridad, es decir, en posición fetal, para proteger la vía aérea en caso de que el paciente pueda vomitar mientras llega la ayuda.
Como se mencionó anteriormente, tras sufrir un ACV muchas personas quedan con secuelas como la parálisis motora.
Existen diferentes tratamientos para un accidente cerebrovascular, que dependerán de las secuelas y lo que se busca mejorar con miras a recuperar calidad de vida.
La metodología TrainFES incluye rehabilitación continua con la técnica de electroestimulación funcional, teniendo antes una evaluación y la indicación de tratamiento caso a caso, a cargo de un equipo de kinesiólogos, médicos fisiatras, terapeutas ocupacionales y fonoaudiólogos que estarán presentes durante todo el proceso.
La rehabilitación de TrainFES incluye un plan de entrenamiento personalizado, que le permite al usuario tener sesiones autónomas todos los días. Con la guía de los profesionales médicos y la tecnología a su disposición, el compromiso y esfuerzo del paciente serán fundamentales, ya que al cumplir con el programa podrá experimentar mejoras evidentes.
La electroestimulación funcional (FES, por sus siglas en inglés) es una técnica de rehabilitación que consiste en la aplicación de suaves e indoloras corrientes eléctricas sobre las zonas afectadas, con el fin de aportar a la activación de los músculos.
Un plan de entrenamiento personalizado, el acompañamiento del equipo médico y el uso de la tecnología de electroestimulación funcional posibilita los siguientes beneficios:
Por lo general, un ACV genera pérdida del movimiento funcional al afectar el control de brazos o piernas, por lo que interfiere en actividades como caminar, subir o bajar escaleras, ducharse o alimentarse.
El objetivo es que la persona recupere su capacidad funcional, para mejorar el desarrollo de aquellas actividades que son parte de su vida diaria.
Las guías de práctica clínica relacionadas con los ACV promueven el uso de FES para complementar la terapia convencional, ya que puede mejorar los resultados de la rehabilitación y disminuir el tiempo de recuperación, sobre todo si se trata de extremidades superiores o la marcha.
La evidencia generada por TrainFES dio cuenta de los avances de 85 pacientes en cuanto a su nivel funcional, entre su primera sesión de entrenamiento y el segundo mes de terapia.
La primera evaluación arrojó como resultado que 22 de los pacientes lograban sentarse, y en la segunda prueba 12 de ellos avanzaron al nivel bipedo (72,7%) y 4 lograron caminar (18,2%).
La segunda evaluación mostró que de los 19 pacientes bípedos, 10 lograron volver a caminar (52,6%) y 9 mantuvieron su nivel, aunque presentando mejoras (47,4%).
Además, destaca el hecho de que ninguno de quienes utilizaron la terapia FES mostraron retrocesos.
En el caso de la pérdida de la capacidad para tragar, TrainFES complementa la terapia fonoaudiológica tradicional con electroestimulación funcional para tratar ese tipo de problemas.
Los análisis científicos han comprobado el buen resultado de este método en la rehabilitación de la disfagia. Por un lado, la terapia logra mayor respuesta y, por otro, reduce los tiempos de rehabilitación.
La terapia FES que incluye entrenamiento de la extremidad superior ha probado ser una intervención eficaz, con buenos resultados en términos de manipulación de objetos, prensión palmar y tracción.
En todo el proceso es clave el compromiso y la constancia del usuario, que contará con la tecnología para realizar los ejercicios en forma presencial o remota (gracias a la alternativa de telerehabilitación) y el acompañamiento médico permanente.
De esta manera, la metodología TrainFES permite realizar hasta 10 veces más terapias efectivas que con un método convencional.
La atrofia muscular espinal (AME) es un grupo de enfermedades genéticas que daña y mata las neuronas motoras, que son un tipo de célula nerviosa de la médula espinal y la parte inferior del cerebro que controlan el movimiento de los brazos, piernas, cara, pecho, garganta y lengua.
Cada 29 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Ataque Cerebrovascular, que busca concientizar sobre esta patología que anualmente afecta a unos 15 millones de personas en el mundo, de las cuales cinco millones fallecen y cinco millones quedan con algún tipo de discapacidad.
Generalmente, las personas suelen pensar que esta es una afección que es muy limitante. Sin embargo, esta presenta matices y es muy diferente en cada paciente.