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Una persona con parálisis o dificultad para moverse ve afectada la realización de actividades de la vida diaria, que pueden ir desde el traslado hasta alimentarse o ir al baño en forma independiente, lo que además de las secuelas físicas puede traer problemas psicológicos y trastornos del ánimo.
Distintos grados de parálisis motora, problemas de movilidad, dificultad para tragar o daños progresivos en el equilibrio, la coordinación, la vista y el habla son secuelas derivadas de alteraciones neurológicas, que pueden producirse por trastornos como accidentes cerebrovasculares o enfermedades como el mal de Parkinson o la esclerosis múltiple.